Castillo de Arena


Construí mi castillo de arena donde nunca pensé que llegarían las olas.

Y tanto subió un día la marea que alcanzó las almenas que protegían mi obra.

Que implacable fue la mar, que orgullosa y que traidora,

¿De qué sirvieron mis murallas?

¿Dónde se escondió mi tropa?

Cuanto escozor en las heridas, cuanta espuma por la boca...

Apenas pude defenderme de ese vaivén salino que me arrastró a las rocas.

Ya en la bajamar se escuchan las aguas reir vencedora, 

¡Oh! Apiádate de mi, vasto imperio oceánico,

y escúpeme de nuevo a tierra, allá lejos en la loma,

donde pueda nuevamente construir murallas,

y vivir en paz tras la cruenta batalla.

Te prometo romper mi tridente y capitular entre tus olas,

Porque donde un día fui rey ahora no soy más que un paria errante,

que camina vencido y perdido, sin reino y sin corona.


 



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