A Mario

Ahora que estás a punto de mudar la piel,
Y la pubertad asomará espléndida aletargando tu inocencia,
Dónde tu horizonte contempla su primer cambio de rasante,
Me pregunto hijo mío si habrás tenido bastante...
Ahora que llama a tu puerta el reloj que marca los tiempos,
Y tu instinto abrazará inocente al alegre visitante...
Dónde tu naturaleza abandonará desagradecida la magia de tu infancia,
Necesito en tu despedida que me digas aquello que guardaste.
¿Sostuvimos con firmeza tu aliento en las noches de lactante?
¿Encontraron tus inquietudes consuelo en mis respuestas?
Ahora que tu héroe pronto se convertirá en villano,
¡Cuéntame amor mío! ¿Con qué sustento tus alforjas llenaste?
¡Contesta! ¡Contesta a este padre para calmar su angustia desesperante!
¿Qué me queda de ese niño en los bolsillos?
Es ahí ateridas donde ahora guardo mis manos que antes agarraban mi chiquillo.
¡Dime con que equipaje tu pequeña maleta acabaste!
¿Echaste en ella mis miedos y mis penas?
¿Dónde pusiste la alegría? ¿En qué lugar metiste mis abrazos?
¿Recogiste bien todos los recuerdos de tus padres?
No te olvides del cariño, de las risas, de los juegos, de cualquier pequeño instante.
Esconde bien las caricias y los besos!
Y llévate entero mi AMOR y todo aquello que en tu travesía sirva para cuidarte.
Y llévate entero mi AMOR y todo aquello que en tu travesía sirva para cuidarte.
¡Que yo me quedaré aquí! acompañado de mi paternal memoria.
Con ella abrigaré en sus posos tu recuerdo y tu imagen.
Allí será donde nuevamente en tu niñez podré contemplarte
y recorreré resignado y compungido el camino de este efímero y melancólico viaje.
y recorreré resignado y compungido el camino de este efímero y melancólico viaje.
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